miércoles, 28 de julio de 2010

Vuelta

Tras mis vacaciones, y con un calor asfixiante he vuelto al redil, a mi currele, a lo que da la moneda para comprar el pan de cada día... que ascoooo!!

No es que no tuviese cierta vocación para lo que hago, que sí, pero con el paso de los años que ya se acercan a la decada, estoy viendo como mi entusiasmo va perdiendo fuelle y voy dando paso a signos de cansancio. También puedo definirlo como un desgaste profesional facilitado también por los diferentes ambientes empresariales que se han dado en la empresa a lo largo de estos años.

He pasado de un jefe virtual, a jefas autoritarias que solo facilitaban jerarquías casi inflexibles y con la máxima exigencia sin ni una sola cosa que justificase objetivamente muchos de sus "arrebatos".
El trabajo dignifica, normaliza, socializa, y todo lo que termine en iza, pero realmente hay epocas en la vida que los descansos vendrían muy bien; descansos largos.
El sentido de estos descansos, muy diverso. Sirve para parar, pensar, disfrutar, cambiar, adaptarse, sentarse y no mirar el reloj, madrugar porque sí, trasnochar, mejorar, dedicar, abstraerse...
En mis ya pasadas vacaciones he intentado llevar a la práctica todo eso. Pero son tan cortas... el cuerpo tiene el mono del trabajo la primera semana. La segunda ya empieza a adaptarse y la tercera vuelve a estar en alerta, porque a la siguiente volverá al tajo.

Hay días intensos dentro del que hacer profesional. Hay días donde los frutos de mi trabajo se ven más que compensados con las gracias, o con la consecución de algo esperado que mejora todo en una persona.

Y me quedo con la compañía y el compartir a manos llenas y sin un tiempo tan limitado con quien tanto quiero. Me quedo con las risas y las sonrisas. Con el sol machacando mis hombros mientras me esmero por que algo siga viviendo. Con las noches a la luz de una pantalla. Con la brisa de aquella mañana acariciando mi cara...
Contigo a mi lado.